Las profesiones, por su condición de nombres comunes, se escriben siempre con minúscula: El médico no llegará hasta mañana; ¿Quiere consultarlo con su abogado?; El dictamen fue elaborado por la ingeniera industrial Graciela Mayo; Diego Sarasiate, radiólogo.
Los adjetivos y sustantivos que expresan nacionalidad o procedencia geográfica, es decir, los gentilicios, así como aquellos que designan pueblos o etnias, se escriben siempre con minúscula inicial: los aztecas, los pastunes, la cultura mapuche, los ciudadanos filipinos. La minúscula es también la escritura apropiada cuando se utilizan en singular con valor colectivo: «Los otomanos sitiaron Viena, que otra vez consiguió resistir con ayuda de otros países cristianos, formándose a continuación la Santa Liga en defensa contra el turco [= los turcos]».
Al igual que sucede con los nombres de personajes reales, se escriben con mayúscula inicial los que designan personajes de ficción: Aureliano Buendía (personaje de Cien años de soledad, novela del colombiano Gabriel García Márquez), Sancho Panza (personaje de Don Quijote de la Mancha, el ingenioso hidalgo, novela del español Miguel de Cervantes Saavedra), Harry Potter (protagonista de las novelas de la escritora británica J. K. Rowling), Mafalda (protagonista de una tira cómica homónima del argentino Quino). Cuando un nombre común o un grupo nominal se utilizan como nombres propios de un personaje, recurso especialmente utilizado en literatura infantil, sus componentes significativos deben escribirse también con mayúscula inicial: Caperucita Roja, el Gato con Botas, la Rana René.