Tratamientos, títulos y cargos

    Las fórmulas de tratamiento son apelativos empleados para dirigirse o referirse a una persona, bien por mera cortesía, bien en función de su cargo, dignidad, jerarquía o titulación académica: ustedexcelenciamajestadmonseñorlicenciado.

    Aunque en el pasado se han escrito habitualmente con mayúscula inicial por motivos de respeto, práctica que aún pervive en documentos oficiales y textos administrativos, todos ellos son adjetivos o nombres comunes, por lo que no hay razón lingüística para escribirlos con mayúscula. Así pues, deben hoy escribirse con minúscula inicial todos los tratamientos, tanto los que preceden siempre al nombre propio, llamados, por ello, antenombresdondoñafraysorsanto/ta, etc.; como los que pueden utilizarse sin él: ustedseñor/ra, doctor/ralicenciado/daexcelencia(su) señoríareverendo/davuestra merced, etc. Para aquellas fórmulas honoríficas correspondientes a las más altas dignidades en el tratamiento protocolario (su santidadsu majestadsu excelencia…), la mayúscula inicial es admisible —aunque no obligada— solo si el tratamiento no va seguido del nombre propio de la persona a la que se refiere: La recepción a Su Santidad será en el palacio arzobispal; pero, si se acompaña del nombre propio, es obligada la minúscula: Esperamos la visita de su santidad Benedicto XVI.

    La escritura con mayúscula inicial solo es obligatoria en las abreviaturas de los tratamientos, que han quedado fosilizadas en esa forma: D.ªDra.Fr.Lic.Ilmo.Sr.Sto.Ud., etc.

    Naturalmente, cuando la fórmula de tratamiento no funciona como tal, sino que forma parte de un nombre propio o de una expresión denominativa, se escribirá con la mayúscula requerida por este tipo de expresiones: San Cristóbal de las Casas (ciudad de Chiapas, México), Don Benito (localidad de Badajoz, España), San Fermín (festividad de Pamplona, España), Doña Bárbara (título de una novela del escritor venezolano Rómulo Gallegos).

    Los sustantivos que designan títulos nobiliarios, dignidades y cargos o empleos de cualquier rango (ya sean civiles, militares, religiosos, públicos o privados) deben escribirse con minúscula inicial por su condición de nombres comunes, tanto si se trata de usos genéricos: El rey reina, pero no gobiernaEl papa es la máxima jerarquía del catolicismoel presidente de la república es un cargo electo; como si se trata de menciones referidas a una persona concreta: La reina inaugurará la nueva bibliotecaEl papa visitará la India en su próximo viajeA la recepción ofrecida por el embajador acudió el presidente del Gobierno, acompañado por la ministra de Defensa y el general Martínez, jefe del Estado MayorEl duque de Frías fue nombrado nuevo jefe de GobiernoEl arzobispo de Managua ofició la ceremoniaPresidirá la junta el director general de Telefónica.

    Aunque, por razones de solemnidad y respeto, se acostumbra a escribir con mayúscula inicial los nombres que designan cargos o títulos de cierta categoría en textos jurídicos, administrativos y protocolarios, así como en el encabezamiento de las cartas dirigidas a las personas que los ocupan u ostentan, se recomienda acomodarlos también en estos contextos a la norma general y escribirlos con minúscula.

    Cuando el nombre del cargo y el de la institución coinciden, el cargo debe escribirse con minúsculas, reservando la mayúscula para la institución: «En una causa iniciada por el defensor del pueblo, Jorge Maiorano, la magistrada dictó la suspensión de la aplicación del rebalanceo»«Abogó por profesionalizar instituciones como el Tribunal Superior de Justicia, la Cámara de Cuentas y el Defensor del Pueblo».